El adiestramiento atlético que precisaban los guerreros espartanos,
de la antigua Grecia, no es el que en la actualidad necesitan los soldados,
pongamos por caso, de las fuerzas aéreas; aquél era mucho más
recio e intenso que éste. De ello no se desprende que el entrenamiento
de los ejércitos de hoy sea escaso; lo que sí acontece es que, al entender
de la autoridad competente, las tropas de hoy necesitan menos preparación
física que la que requerían los hoplitas de la época de Leónidas.
Tan desacertado habría sido que los espartanos se hubieran quedado
cortos, como que hoy se siguiera aún con los mismos bríos y el mismo
empuje de antaño, si es que ello es innecesario.
Cambiemos de escenario: en lugar de pensar en la formación física
de las milicias, hablemos de la formación académica de nuestros alumnos
universitarios. La profundidad con la que hoy se debe impartir una
disciplina, que en nuestro caso sería el Álgebra, ¿debe ser menor que la
de ayer? Entendemos que, a criterio de las autoridades universitarias,
la respuesta es que sí, que conviene rebajar los objetivos docentes y ser
menos exigentes en los exámenes; de no ser así, la reforma académica
que en estos años se está imponiendo iría por derroteros muy distintos.
Nótese que nos estamos limitando a constatar un hecho; en lo tocante a
este asunto, nuestra opinión no hace al caso, que no ha de tener influencia
sobre los aconteceres al respecto.
A nuestro entender, las mermas que se están produciendo, en esto,
no van tanto por reducir contenidos, que por ahí no está el lance, sino
más bien por amenguar lo que se incluye en cada uno de los tales contenidos.
De ahí que los poco avisados, al ver sólo los programas, crean
que las cosas casi no han cambiado; estas personas pensarían de otro
modo si, también, se fijasen en cómo se han reducido los tiempos que
se dedican a cada materia

Consecuentemente, nos estamos encontrando con que los textos
docentes que se ajustaban a las necesidades de los estudiantes de ayer
se les están quedando sobrados a los estudiantes de hoy, pues en estos
libros las cosas se analizan con mayor profundidad de la que hoy impera.
Y dado que, salvo escasas y honrosas excepciones, los alumnos sólo
se van a ocupar de aquello que les vaya a producir beneficio inmediato
(léase, exámenes), resulta que, si queremos que sigan siendo efectivamente
útiles, nos vemos en la necesidad de adaptarlos a las actuales
necesidades. Ese es el caso que aquí nos ocupa: el caso de nuestro
manual de «los 86 problemas», de Álgebra Finita y Lineal.
Como se da el caso de que nuestra editorial hace pesquisas en el
mundo universitario, a fin de detectar la aceptación y efectividad de
nuestros textos, creemos tener la suficiente información como para
poder acometer con tino la referida adaptación a las necesidades del
momento. Nuestro ajuste y acomodación ha consistido en: detectar los
problemas que seguían con vigencia, que se han mantenido; simplificar
aquellos problemas que seguían siendo útiles, pero tenían algún apartado
de excesiva dificultad; suprimir los problemas que hoy son tenidos
por espinosos, que se han sustituido por otros más adecuados a las
actuales exigencias. Tenemos la esperanza de que nuestros retoques
hayan sido acertados y el libro que aquí ofrecemos sea un acierto.